viernes, 9 de diciembre de 2011

"Crisis económica de los años 70 y 80"


Las crisis económicas de México en 1976 y 1982 

En los años previos y posteriores a la crisis de 1976 el empleo, el valor de la moneda, la migración del campo a las ciudades y a los Estados Unidos de Norteamérica, el monto del salario y el costo de la canasta básica, presentaron variaciones que van en perjuicio de la clase trabajadora. Con la crisis económica de los años ochentas la situación social fue más preocupante, pues aún la sociedad no se recuperaba de la crisis anterior, por lo que se originó una pauperización de de los grupos más marginados al mismo tiempo que la riqueza se concentra en pocas manos. Esta situación desencadenó un aumento en los índices delictivos, por lo que a partir de este momento, las autoridades comienzan a plantear a las crisis económicas como un factor criminógeno.
En la crisis económica de los años ochentas, la situación social fue diferente los mismos factores continúan teniendo variaciones en perjuicio de la clase media y trabajadora, generándose una pauperización de los grupos más marginados y la riqueza se concentra en pocas manos, la sociedad en este periodo sí reciente de sobremanera la mala administración de los recursos públicos, sus ingresos se ven disminuidos considerablemente por los bajos salarios y los costos elevados de los productos de primera necesidad, el desempleo aumenta a cifras nunca vistas, el dólar alcanza la cotización más alta de los tiempos, se generó más migración hacia Norte América, cada año aumentaba la deuda externa tanto como la interna, por lo que podemos determinar el inicio de una crisis permanente en México de la que aun no salimos y no se le ve salida.
1. La economía mexicana en los 70´s
Es a mediados de la década de los 70´s cuando México experimenta una crisis provocada por el deterioro del modelo de sustitución de importaciones, que llegó a ser limitado para responder a las circunstancias económicas internacionales.
Para afrontar esta situación, el presidente Luis Echeverría, aplicó reformas para afrontar los estragos de la crisis. Con ellas se pretendió "la disminución del endeudamiento externo y la promoción de las exportaciones, principalmente manufactureras" (Guillén, 2000 p. 40). Sin embargo estas iniciativas no menguaron el disgusto de los empresarios que ejercieron mayor presión sobre el gobierno a medida que pasaba el tiempo, de esta manera comenzaron a sacar sus capitales del país, generando con ello, que la intervención estatal se intensificará sobre la base de préstamos obtenidos en el extranjero iniciando un gran endeudamiento con el exterior.
Tal situación motivó, entre otras cosas, que el salario no sufriera incrementos en los últimos meses, generando declaraciones de huelga en las que se exigía principalmente el incremento salarial. Frente a estos movimientos, la clase empresarial mexicana señalaba que la huelga, era factor que contraía la producción y que promovía la violencia "provocada por grupos sindicales que, llamándose independientes pretenden provocar un desquiciamiento económico general" (El informador, Sábado 14 de agosto 1976, año LIX, t. CCXXVIII, núm. 21,012 p. 1)
En el incremento pedido por los trabajadores se debía, a que el salario mínimo no había aumentado durante los últimos doce meses por lo que "la Comisión Regional para la Fijación de Salarios Mínimos acordó por unanimidad el incremento del veintidós por ciento" (Orozco, 1975 p. 11) es decir, el salario aumentó de 58.19 pesos a sólo 70.35 pesos, con los cuales se tenían que comprar productos como el frijol, que por kilo, costaba 5.90 pesos o de jitomate cuyo costo era de 6.95 pesos el kilo.
Pero lo peor no radicaba en el alza de los precios, sino en el creciente número de desempleados que la crisis traía consigo, pues éstos aumentaron el índice del subempleo que alcanzaría sus niveles más altos en la crisis de 1982.
En este caso se mencionarán factores como el desempleo debido a que es considerado un factor criminógeno el cual puede ser "un estímulo endógeno, exógeno, mixto que concurre a la formación del fenómeno criminal" (Rodríguez, 1982 p. 463). A este elemento se le suman los siguientes:
Factores criminógenos de orden social que son, en orden de importancia: a) la desorganización familiar; b) la falta de educación; c) el desempleo; d) el alcoholismo (que tiene íntima relación con los factores anteriores); e) la migración campesina a la ciudad (que provoca marginación y engrosamiento de los cinturones de miseria), y f) la desordenada urbanización de las grandes ciudades. (Rodríguez, p. 134)
A los elementos anteriores les añadiría el crecimiento demográfico que ante un desordenado crecimiento provoca situaciones como:
Marginación, contaminación, neurosis colectiva, frustración colectiva, desempleo, deficiencias en los servicios públicos, saturación de vehículos que produce un tránsito insufriblemente lento, falta de oportunidades en la educación superior, falta de opciones recreativas. Y delincuencia en aumento. (De la Barrera, 1986 p. 119)
Por las repercusiones que tiene un aumento de la población, el gobierno federal, a través del Consejo Nacional de Población, sugirió en esos años que se controle el crecimiento demográfico pues, "los problemas que actualmente enfrenta el país demanda de alimentos, escuelas, hospitales, servicios públicos – aumentarán alarmantemente" (El informador. Jueves12 de agosto de 1979, año LIX, t. CCXXVIII, núm 21,010. p.1). Cabe señalar que la población del país en ese momento era de 72 millones de mexicanos.
Por ello el gobernador señaló que ante el inminente crecimiento de la población, la participación de la mujer en el ámbito laboral será primordial.
Las cifras tan preocupantes como las que ahora revelan que por cada persona activa dependen cuatro, plantean como una verdadera exigencia la mayor participación cultural y productiva de la mujer, que está destinada a ser uno de los factores importantes del desarrollo de nuestra Patria. Es el momento para la aplicación de programas que propicien la más efectiva participación de la mujer en todos los órdenes, puesto que habrá de ser el futuro un verdadero y seguro soporte de la vida económica y política de México. (Orozco, p. 74)
Aunque el reconocimiento de la problemática no frenó el crecimiento de la población, sí fue el momento donde se originan las campañas para la disminución de nacimientos, lo que años más tarde se nombraría con el eslogan de "la familia pequeña vive mejor".
Cabe señalar que en el caso de la ciudad incremento comenzó después de los 40´s el cual no se debió del todo a un aumento en la tasa de natalidad, sino a la disminución de los índices de mortandad y también a la influencia que tuvo de manera importante la migración rural. La migración fue propiciada por la reducida participación del sector primario, "tanto en el empleo como en el valor de la producción, a favor del resto de los sectores" (Arroyo, 1991 p. 101), como el industrial.
La consecuencia inmediata de este arribo masivo de personas, fue el crecimiento de la ciudad que comenzó su expansión, durante la década de los 40´s, cuando "el modelo de desarrollo industrial seguido por el país, la lucha revolucionaria y la cristiada, junto con la concentración de poder, hicieron que ésta empezara a centralizar como nunca el excedente económico de una amplia región". (Arroyo, p. 105)
Mientras el fenómeno demográfico estaba presente en el discurso estatal, la cuestión económica seguía agravándose, a la espera de que el nuevo mandatario mejorara la situación de las cosas. De esta manera en 1976 es electo Presidente de la República el Lic. José López Portillo, a quien le correspondería, gracias al descubrimiento de los yacimientos petroleros, mejorar la situación económica, aunque ese estado sólo durase poco tiempo.
2.- México ante la crisis económica de 1982
En 1977 López Portillo establece un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) comprometiéndose a "limitar el endeudamiento público, reducir el medio circulante, restringir el gasto público, fijar topes a los aumentos de salario, liberalizar el comercio exterior y limitar el crecimiento del sector paraestatal de la economía". (Guillén, p. 42-43)
Sólo durante un año el gobierno mexicano cumplió con lo pactado pues con el descubrimiento de los yacimientos petroleros, la política económica sufrió considerables modificaciones; por ejemplo en el rubro de las inversiones el Estado orientó sus esfuerzos en la construcción de una infraestructura petrolera.
Con la mina de oro que representó el petróleo para México, el gobierno creyó haber encontrado el fin de las penurias económicas, al menos así lo reflejó el intenso crecimiento económico que se experimentó a partir de 1978 y que duró hasta los inicios de la década de los 80´s. Esta mejoría fue lograda en gran medida a la exportación del petróleo en crudo, actividad que ocupó el lugar central de la economía mexicana a finales de los 70´s ya que atrajo más de la mitad de la inversión pública, secundándola el área de servicios turísticos y urbanización.
Cabe señalar que el capital invertido fue producto de préstamos externos, que al tener por aval al petróleo no dudaron en otorgarle créditos al Estado mexicano y al sector privado, mismo "que incrementó su deuda con el exterior de 6 800 millones de dólares en 1976 a 19 107 millones de pesos en 1982: casi el triple". (Gurría, 1993 p. 19) El entusiasmo que el petróleo trajo consigo se ve plasmado en el Tercer Informe de Gobierno del Presidente López Portillo:
El petróleo es nuestra potencialidad de autodeterminación, porque nos hará menos dependientes del financiamiento externo y mejorará nuestras relaciones económicas internacionales.
Por no sólo eso: las posibilidades de explotación, transformación, inducción y asociación que a partir del petróleo podemos lograr nos permiten trazar una sólida estrategia de energéticos, actuar con una demanda asegurada de bienes de capital y, por ende, facilitar la planeación de la industria y sus asociaciones con el transporte, los asentamientos humanos, la educación, la capacitación, el desarrollo social y principalmente la agricultura. (Diario de los debates del H. Congreso de la Unión, 1979: 6)
Pero a pesar de la recuperación el fenómeno no benefició directamente a la población, pues sus salarios se mantuvieron sin grandes modificaciones, peor aún, a éstos se les impusieron los llamados topes salariales, que según la versión oficial, no perjudicaban gravemente a los asalariados, pues se había incrementado la oferta de empleos.
La reacción natural a este hecho fue, entre otras, la migración hacia Estados Unidos lugar donde podrían obtener los recursos suficientes para allegarse de bienes materiales. El perfil de los inmigrantes era el de una mayoría masculina que tenían entre 16 y 30 años, cuyo estado civil era de soltero, es decir, el sector con mayor capacidad productiva que no encontraba en su país empleos bien remunerados, pues en México durante 1978, el salario mínimo se mantuvo en 107.11 pesos registrando un ascenso de 15.96 en 1979.
Salario mínimo
1978
$ 107.11
1979
$123.07
1980
$144.11
1981
$189.11
1982
$253.67
(INEGI)
Esta situación propició que en México la Cámara de Comercio señalará que "un sin fin de puestos callejeros comerciales y vendimias de todas clases se han estado apoderando de todas las calles y avenidas" (El Informador, Martes 29 de agosto de 1978, año LXI, T.CCXXXVI, núm. 21755 p. 1)
Cabe señalar que un dólar ganado por esas personas en Estados Unidos, equivalía en 1982 a 57.18 pesos, cotización que durante el periodo de 1977-1981, se mantuvo estable después de un periodo en el cual la moneda estadounidense presentó incrementos significativos.
Pero ¿por qué la población toleró estas condiciones? Primeramente habría que mencionar la pasividad sindical, que al servicio del estado no podía sino mantenerse al margen, tranquilizando a sus agremiados con discursos que ofrecían una pronta mejora de las condiciones laborales; por otro lado estaban frescos los sucesos del 68 y 71, de la represión a la que el gobierno fue capaz de llegar con tal de parar las manifestaciones; sumado a lo anterior, el subempleo permitía allegarse de más ingresos. Finalmente, la recepción de remesas enviadas desde el vecino país del norte y la solidaridad familiar también participó en el aguante de la sociedad. (Rey 1987, pássim)
Los legisladores por su parte opinaron al respecto señalando que la condonación del pago de impuestos a las clases más necesitadas, ayudaría a mejorar su situación, al menos así lo declaró el Senador Gracialiano Alpuche Pinzón, quien apoyándose en los resultados obtenidos en otros estados señaló que sería el medio para "frenar la inflación y evitar un aumento general de salarios" (El Informador, Martes 01 de agosto de 1978, año LXI, t. CCXXXVI, núm. 21727 p. 1). Sin embargo parecería que ninguna acción tomada parecía frenar el impacto de la crisis, pues observamos en los periódicos locales de 1978, que la venta de autos y casas aumentó de manera alarmante.
Respecto a la economía nacional, la exportación de petróleo había permitido mantener cierto equilibrio, pero la situación se agravó pues no sólo aumentó la captación de recursos ya que la deuda externa de "representar 37 mil millones de dólares en 1978, pasó a 71 mil millones de dólares en 1981". (Guillén, 1990 p. 58) Dicho incremento se presentó gracias al alza en los intereses, que tan sólo con el aumento de éstos del 1%, México tenía que pagar anualmente por concepto de intereses 323 millones de dólares. Cabe hacer la observación que el nivel de endeudamiento se elevó tanto por que se legó el plazo de los vencimientos de loa préstamos obtenidos a partir de la crisis de 1976.
Esta situación aunada a la disminución de cuatro dólares por barril, provocando que en 1982, México recurriera nuevamente al préstamo externo con el fin de "frenar la fuga de capitales y cubrir el servicio de la deuda externa" (Guillén, p. 47), sólo que ahora el vencimiento de los créditos eran a corto plazo. Entre las consecuencias que trajo consigo, encontramos que, el dólar duplicó su valor ante el peso y se nacionalizó la banca pues se le culpó de la fuga de capitales, provocando de esta manera una severa crisis económica.
Al respecto el gobierno mexicano activó mecanismos para renegociar la deuda externa, evitar paros laborales, la fuga de capitales y desempleo; con lo que respecta a la deuda, el Secretario de Hacienda Jesús Silva Herzog, logró una prórroga en el pago que para entonces era calculada en 60 000 millones de dólares. (El Informador, Sábado 21 de agosto de 1982, año LXV, t. CCLII, núm. 23,204 p.1) En esa ocasión también se acordó la ampliación de exportación de petróleo tipo istmo hacia EU, con el cual se "cubriría el anticipo de 1,000 millones de dólares que entregó la secretaría de Hacienda de EU", (El Informador, miércoles 25 de agosto de 1982, año LXV, t. CCLII, núm. 23,208 p.1) este contrato se firmó como parte del programa que se elaboró para contar con recursos en dólares.
En este mismo sentido el Banco Internacional de Pagos, en Suiza, le otorgó a México un "total de 1,850 millones de dólares puestos a disposición del Banco de México para hacer frente a la grave crisis financiera". (El Informador, lunes 30 de agosto de 1982, año LXV, t. CCLII, núm., 23,213 p. 1)
Por otra parte el gobierno autorizó el incremento del salario aunque un sector considerable de la sociedad tenía que enfrentar el creciente desempleo producido por el cierre de diversas empresas, que tan sólo en el ramo de las maquiladoras fue de 1620. Para los empresarios el alza en el salario "contradecía la meta propuesta de mantener un tipo de cambio realista y precios estables, de modo que la fuga de capitales se aceleró ante lo que percibían los agentes económicos como un programa de ajuste contradictorio" (Lusting, 1994 p. 44), por lo que la fuga de capitales continuó su tendencia ascendente.
Resultado de ello fue que en agosto de 1982 el incremento de los precios en los productos básicos:
La Secretaría de Comercio anunció hoy nuevos incrementos de precios a la tortilla que pasará de 5.50 a 11 pesos; el bolillo y telera de 70 gr. de 0.50 a 1 peso; la gasolina nova de 6 a 10 pesos; el gas doméstico de 4.30 a 5.10 kilo, más un incremento mensual de 10 centavos por kilo durante doce meses. (El Informador. Lunes 02 de agosto de 1982, año LXV t. CCLII, núm. 23,185. p. 1)
El estancamiento de la economía mexicana durante estos años y la política económica que siguieron los presidentes Luis Echeverría y López Portillo, generaron una radicalización de la población que vieron disminuidos sus ingresos. Los elevados precios en alimentos y artículos vitales, la disminución de los apoyos al campo, el desempleo y los bajos salarios, fueron factores que repercutieron en las familias mexicanas e influyeron en la migración hacia el país vecino y en el crecimiento de las ciudades donde buscaban mejorar sus condiciones de vida.
Bibliografía
ALCOCER, Jorge (comp.) México presente y futuro. México, Ediciones de cultura popular, 1985.
ARROYO Alejandre, Jesús. et. al. Migración rural hacia Estados Unidos. Un estudio regional en Jalisco. México, CONACULTA,1991.

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